Tan pronto como la presencia opresiva desapareció del Sector 8, se sintió como si un enorme peso hubiera sido levantado de los hombros de la gente.
La gente que inicialmente había contenido la respiración exhaló profundamente, tratando de recuperar la compostura. Un destello de luz cegadora se encendió en el cielo, seguido de un fuerte retumbar de truenos.
Las miradas de la gente y los espíritus se dirigieron hacia Magnus cuando una intensa intención asesina los golpeó como una ola marejada.
Los ojos de Ismara se estrecharon. «Está loco», pensó.
Parecía inconcebible. Una presencia tan abrumadora que millones de personas, incluyendo a los paragones, habían sido tentadas a adorarla acababa de revelarse.
Había dejado clara su alianza con los espíritus. ¿Y aún así, Magnus tenía la intención de aniquilarlos?
Al darse cuenta, los espíritus no pudieron evitar temblar. Realmente era un loco, un terrible adversario. Para él, no había razonamiento, negociación ni compromiso.
—Ismara.