Ismara era un espíritu de Nivel 6 y, debido a su vínculo con Seraphina, había desbloqueado el poder de un paragón. En términos simples, poseía la fuerza de un paragón.
Seraphina llamó, pero Ismara no escuchó.
El aire se volvió inmóvil.
Los espíritus rugieron, sus rostros llenos de odio. Uno a uno, avanzaron con ímpetu, sus formas etéreas ardiendo con ira.
Los paragones de la humanidad se tensaron.
La mirada de Magnus se dirigió al caído Atticus. Su relámpago se encendió y el trueno rugió.
Luego, el aire explotó.
Un rayo cayó del cielo con un estruendo ensordecedor, bañando todo el campo de batalla en una luz azul eléctrica.
En la estela del relámpago, Magnus apareció, su figura irradiando poder puro.
En una mano, sostenía su lanza forjada por relámpagos, chispeante con energía volátil. En la otra, acunaba el cuerpo inconsciente de Atticus, su agarre cuidadoso pero firme.
El aire tembló bajo su presencia. Su mirada fría y penetrante se fijó en los espíritus cargando.