Por un momento, el mundo se congeló. El silencio cubrió el campo de batalla como una niebla sofocante.
Entonces sucedió.
Una fuerza inmensa se estrelló contra las cabezas de los gemelos y sus espíritus simultáneamente, torciendo violentamente sus cráneos hacia un lado.
Y luego, con una brutal y explosiva explosión, las cabezas de ambos, los espíritus y sus compañeros humanos, detonaron.
Sangre, fragmentos y energía brillante estallaron, esparciéndose a través del campo de batalla. Los espíritus, que una vez fueron orgullosos y poderosos, se disolvieron en la nada, su presencia borrada de la existencia.
El campo de batalla cayó en un asombroso silencio una vez más.
Los gemelos y sus espíritus habían desaparecido, aniquilados en un instante, su poder combinado se volvió completamente insignificante.
En medio de la carnicería, la figura de Atticus reapareció. Sus ojos giratorios púrpura y azul parpadeaban con una calma depredadora implacable.