En Eldoralth, los gran maestros eran el pilar de cualquier esfuerzo de guerra.
Estos eran individuos de fuerza extraordinaria, capaces de alterar por sí solos el resultado de una batalla con su mera presencia.
Un solo gran maestro podía reducir ciudades enteras a escombros en horas o enfrentarse a ejércitos completos sin tambalearse. Sus habilidades los elevaban más allá de ser guerreros, eran armas vivientes.
Cada raza en Eldoralth, incluida la humanidad, comprendía su inmenso valor. El número de gran maestros a través del dominio era significativo, pero no ilimitado; seguían siendo un recurso raro y precioso.
Cada gran maestro representaba décadas, a veces siglos, de entrenamiento riguroso y experiencia. Perder incluso a uno de ellos era un golpe devastador para cualquier facción.
Por lo que era absolutamente impactante ver caer a más de treinta gran maestros, todos a manos de un solo chico de 17 años.
Una voz llena de ira rompió el silencio sofocante.