El sonido del agua salpicando resonó a través del silencioso mundo subterráneo.
El Anciano Lorthan observó las ondas en el lago espiritual, su expresión congelada en incredulidad.
Acababa de explicar los peligros y el dolor que esperaban a Atticus en el lago, sin embargo, el chico no había mostrado la más mínima señal de vacilación. No lo había perturbado en absoluto.
Lorthan nunca había visto a un joven de 17 años tan intrépido en su vida. Debería haber sido un momento para que cualquier anciano sonriera con orgullo. Sin embargo, su rostro se llenó de frialdad en su lugar.
Era como si, en el momento en que Atticus entró en el lago, se hubiera accionado un interruptor. Todo rastro del aura calmada y sabia que Lorthan llevaba desapareció, reemplazada por una mirada gélida fijada firmemente en el lago.
«Qué lástima», pensó con amargura.
