Atticus siguió de cerca al anciano mientras se dirigían al Lago Espiritual.
Durante la caminata, su mente se inundaba de diferentes pensamientos. Recordaba las conclusiones a las que había llegado el día anterior y la expresión preocupada que había mostrado Celestial. La familia Starhaven, junto con todo el Sector 8, parecía una bomba de tiempo.
Contrario a lo que había esperado, el anciano llevó a Atticus detrás del templo. Al llegar a la parte trasera, pasaron por un sendero que descendía bajo tierra.
El camino era estrecho, enmarcado por ramas retorcidas que asemejaban dedos nudosos extendiéndose hacia cada rincón.
Eventualmente, llegaron a un lugar donde no penetraba la luz, pero Atticus aún podía ver claramente. No era debido a su aguda visión, sino a causa del tenue resplandor morado que emanaba de las ramas retorcidas.
El aire olía a humedad, pero eso no ocupaba los pensamientos de Atticus. Su mirada estaba fija en el anciano que lo guiaba.