La expresión de Seraphina era completamente seria.
Era una vista inusual. La última vez que había tenido ese aspecto fue cuando había visto a un chico de 16 años formar un dominio, un momento tan absurdo como cerdos creciendo alas y volando. Sin embargo, solo servía para resaltar cuán grave era la situación actual.
—Espera. Empieza todo de nuevo —dijo Seraphina internamente, pareciendo hablar consigo misma. Siguió un extraño silencio, pero a Seraphina no pareció importarle. Sabía exactamente cómo era su espíritu.
Prácticamente podía sentir la mirada crítica de su espíritu, pero estaba demasiado acostumbrada a ella.
Después de unos segundos, una voz envejecida sonó en su mente.
—A lo mejor si te concentraras más en desarrollar tu intelecto en lugar de flirtear con todo el mundo, como siempre te he dicho, no tendría que repetirme.
