Las pantallas se quedaron en blanco.
La onda de choque que siguió tras la colisión de ambos ataques fue tan intensa que envolvió toda la arena, oscureciendo la transmisión en vivo.
La gente miraba las pantallas con los ojos muy abiertos, inclinándose hacia adelante como si pudieran introducirse en ellas para ver el resultado de primera mano. La tensión en el aire era simplemente esa locura.
Para ellos, la batalla tenía que haber terminado. La explosión que acababan de presenciar era demasiado inmensa, como el final climático en el pico de cada batalla.
Los segundos que siguieron fueron lentos y angustiantes para todos los que miraban. La gente del dominio humano sentía sus corazones acelerados, muchos murmurando oraciones entre suspiros.
El corazón de Anastasia latía tan fuerte que cada persona en la propiedad Ravenstein podría haberlo oído. Sin embargo, nadie prestó atención, ya que sus propios corazones también latían aceleradamente.