Atticus observaba con calma la pantalla frente a él.
«Aunque rompí las reglas y lo envié, todavía cuenta como mi victoria», pensó. Esperaba algún tipo de repercusión por haber ayudado a Draktharion, pero todo había continuado como si no importara.
«Hmm.»
Sus pensamientos se desplazaron a la arena y la pelea que acababa de suceder. El brillo fundido se había desvanecido, dejando atrás muchas áreas de devastación.
«Era más débil de lo que pensaba,» reflexionó Atticus.
Un reencarnado, combinado con haber nacido en una raza de nivel medio, esos dos factores llevaron a Atticus a esperar un oponente mucho más duro. Pensó que hoy se enfrentaba a una versión de sí mismo a otro nivel.
«¿He crecido tanto?» Reflexionó sobre el empate que tuvo con Ae'ark durante su batalla.
En aquel entonces, la razón principal del empate fue su falta de preparación. Pero después de un año de entrenamiento intensivo, su crecimiento había sido notable.
Pero ese no era el único factor.