—¿Dónde han estado ustedes dos? —preguntó Atticus, levantando una ceja mientras se acercaba.
—¡Joven maestro!
—¡Maestro!
—La señora Anastasia se negó a permitir que alguien te molestara hasta que te recuperaras completamente —explicó Dario—. Nos apresuramos a venir en cuanto oímos que te habías despertado.
—Hmm, eso suena a ella —Atticus luego miró a Yotad, quien observaba su sombra con una pizca de sospecha—. ¿Qué estás haciendo?
—Joven maestro, puedo estar equivocado, pero... hay otra Hoja de Cuervo en tu sombra —el ceño de Yotad se frunció.
—Sal —Atticus suspiró, dándose cuenta de lo que quería decir.
La sombra se arremolinó, y Arya emergió, poniéndose de pie frente a ellos.
—Esta es Arya —dijo Atticus, presentándola—. Se supone que debe guardar a mi madre, pero tengo una madre sobreprotectora, así que aquí estamos. Arya, ellos son Yotad y Dario. Yotad es mi Hoja de Cuervo.