—¡ESPEREN! —gritó el Consejero Ferro a pleno pulmón, pero ya era demasiado tarde.
Comenzó en un pequeño punto entre el enjambre de dragones que rodeaban la gran aeronave, una luz naranja cegadora lo reemplazó.
Y entonces, como una reacción supersónica, el punto naranja comenzó a irradiar hacia fuera en torno a las aeronaves, seguido por el potente sonido de explosiones sacudiendo el espacio.
Solo tomó un segundo para que los jefes de división entendieran, pero el Consejero Ferro ya lo había descubierto. Tan pronto como vio el punto naranja, supo exactamente lo que estaba sucediendo.
—¡Los dragones están explotando! —gritó el Consejero Ferro.
—¡ROMPAN LA FORMACIÓN AHORA! ¡ALEJEN A LOS DRAGONES DE CADA AERONAVE! —gritó el Consejero Ferro, perdiendo la compostura, ambos puños golpeando la mesa de visualización con fuerza intensa.
Los jefes de división salieron de su shock y corrieron fuera de la sala de control, decididos a llevar a cabo las órdenes de Ferro.