El sonido del hueso golpeando la carne quedó silenciado por los ensordecedores rugidos de la tierra rompiéndose bajo ellos, el cráter expandiéndose mientras los puños de Alvis llovían sobre Atticus.
Nubes de polvo se elevaban alto en el cielo, ocultando el campo de batalla en una densa y asfixiante neblina.
El cuerpo de Atticus soportaba la fuerza de la incansable lluvia de golpes de Alvis. Cada puñetazo lo empujaba más profundo en la tierra, y sentía sus huesos rompiéndose múltiples veces como ramitas.
Su visión se nublaba, el dolor irradiaba de cada fibra de su ser, pero aún resistía.
Una burbuja de agua ya lo había envuelto dentro de su traje, su cuerpo irradiando una luz intensa. Atticus utilizaba los elementos del agua y la luz en tándem, curando su cuerpo magullado una y otra vez.
Su exo-traje trabajaba al máximo, absorbiendo mana del aire, recuperando su resistencia y también ayudando en el proceso de curación.