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La luz dorada del suelo terminal se iluminó en el mismo resplandor dorado de siempre, y la forma de un niño de cabellos blancos con una mirada fría apareció en la zona al instante siguiente.
Atticus tomó una profunda y temblorosa respiración. Ni siquiera se molestó en enfocarse en la sensación surrealista del elemento espacial que venía con la teleportación esta vez. Todavía estaba enfadado por todo lo que acababa de suceder.
—Calma, calma —Atticus emitió profundas respiraciones calmantes, intentando aplacar su mente. Le había costado mucho salir de esa situación.
Siempre había sido completamente contrario a su naturaleza, pero el lado lógico de Atticus finalmente ganó el debate. Si hubiera desatado todo lo que tenía, no podría ganar.
Atticus abrió los ojos, su mirada cayó en los familiares campamentos. Toda la zona estaba completamente desprovista de estudiantes. No había ni una sola persona presente aparte de Atticus, que acababa de llegar.