Y el robot no fue el único que se dio cuenta de esto.
Notando el estado de los martillos, los ojos de Atticus brillaron al tiempo que estimulaba instantáneamente su línea de sangre de fuego.
Con un movimiento de sus manos, su inicial movimiento ascendente se transformó en un potente golpe descendente desde arriba.
El robot intentó bloquear el ataque con sus martillos fallidos, pero la katana de Atticus los cortó sin esfuerzo, partiénolos en dos mitades.
Antes de que el robot pudiera montar un contraataque, Atticus activó rápidamente su línea de sangre de agua. Sus movimientos se volvieron fluidos mientras convertía el golpe descendente en una estocada mortal, similar a una ola imparable estrellándose contra la orilla.
Tomado por sorpresa, el robot fue incapaz de defenderse cuando la katana de Atticus atravesó la gema incrustada en su cabeza, cortando su cráneo metálico.