Atticus ya estaba demasiado acostumbrado a la sensación surrealista que viene con la teleportación.
Como de costumbre, la oscuridad total solo duraba unos pocos segundos, y cuando sintió que era seguro abrir los ojos, los párpados de Atticus parpadearon abriéndose.
Esperaba un cambio de escenario dado el hecho de que había sentido como si hubiera sido transportado, pero se sorprendió un poco al ver que no se había movido ni una pulgada de donde estaba parado antes.
El masivo terminal negro seguía frente a él.
Giró rápidamente su mirada hacia atrás y al ver que todos los miembros de su división todavía estaban alrededor, soltó un gran suspiro de alivio.
—Gracias a Dios. Casi pensé que me iría a la quiebra —pensó Atticus. Pero ni siquiera pasó un segundo cuando de repente sintió una sensación de mal augurio.
—Mierda, no esto de nuevo —pensó.