—Eso suena a algo inventado solo para molestarme especialmente —respondió Felicie, asegurándose a sí misma no aceptar la malvada camaradería del diablo que busca burlarse de ella cada vez.
No podía entender qué tipo de placer se deriva de menospreciar o burlarse de otro. No como si los otro mundanos no fueran personas extrañas desde un principio.
—Será un día largo mañana, Felicie. Ve a dormir —le respondió Zeras mientras se volteaba hacia un lado, su respiración disminuyendo y entrando en un estado bajo constante que representaba su inminente sueño.
—Buenas noches, Zeras —susurró Felicie antes de cerrar también sus ojos, cayendo presa del sueño.
La luz de las estrellas iluminaba las figuras anudadas en sí mismas, con sus espaldas volteadas una contra la otra. Sin embargo, la luz estelar también reveló una verdad más oscura sobre ambos.