—Muy bien entonces. ¿A cuántos manuales y técnicas de combate tengo acceso basado en mis cartas? —preguntó Zeras, esperando poder elegir más de tres manuales.
—¿Cuántas cartas traes, cucaracha descarada... —El hombre disparó, mientras estampaba la insignia de Zeras con su tinta, antes de devolvérsela lanzándola.
—Solo puedes elegir dos manuales para la sala de bronce, y un manual más en la sala de plata. Ten en cuenta que esta sala está bajo la vigilancia de un Experto Inmortal. Si eliges más de ese número, tu castigo será de tres meses en la prisión de Yoita! Ese es el último lugar en el que querrías estar ahora mismo. Además, estas cartas han sido selladas, así que no puedes volver a usarlas. Te darán una paliza hasta dejarte medio muerto si las traes de nuevo aquí para cambiar manuales. Y tendrás que devolver los manuales después de un año de uso, o pasarás cinco meses en la sala de oscuridad total... —advirtió el hombre, aunque su voz no mostraba ningún interés.