—Ooh, aquí hace calor... —Las palabras salieron de la boca de Zera mientras el sudor resbalaba por su cuerpo.
Era una especie de cueva y vapor caliente salía del agujero en la pared. La temperatura de la habitación era increíblemente de 250 grados Celsius.
Sentados en este infierno de cueva había dos figuras que estaban completamente desnudas, a excepción de un pequeño envoltorio alrededor de su cintura.
Uno era un joven con cabello blanco que continuamente pasaba su mano por su cara mientras el sudor le goteaba incesantemente, con la boca abierta como un perro.
El otro era un joven de cabello carmesí que se recostaba cómodamente en la zona formada por rocas con una sonrisa confortable en su rostro.
—¿Oh? Este es el lugar más cómodo del mundo... —dijo Adrián con una sonrisa satisfecha en su rostro mientras Zeras resoplaba con frialdad.