Zeras cruzó rápidamente la calle mientras se dirigía hacia el póster.
Estaba escrito así:
Competencia de Batalla del Rey de Atlantis.
#El antiguo rey de Atlantis, Atlas Zean, ha muerto y no posee sucesor, excepto por su hijo adoptivo, Sammodra Zean, quien no puede convertirse en el rey automático debido a la segunda regla de Atla que establece que solo el más puro en linaje entre los Atlanteos puede convertirse en Rey.
El próximo rey tendrá que ser aquel con el linaje más puro y eso solo puede ser determinado por el Atlante más Poderoso.
Por lo tanto, Sammodra ha organizado una competencia donde los principales guerreros de Atlantis se reúnen para buscar al mejor luchador entre ellos, que solo puede ser aquel con el linaje más puro.
Y ese mejor luchador será coronado como el nuevo Rey de Atlantis.#
Zeras miró la información, frunciendo el ceño, mientras lo pensaba bien.
La misión que le había dado el Monolito era derrotar al falso rey y convertirse en el verdadero Rey de Atlantis.
Parecía que el falso rey era Sammodra. Ahora él simplemente no podía entrar al palacio y pedir desafiar al rey, a menos que quisiera ser crucificado.
Entonces, ¿cómo desafiaría al rey sin ser percibido como irrespetuoso? Ahí es donde entra la competencia.
Con Sammodra mismo declarando una competencia para determinar quién será rey. Entonces él podría pasar justamente la prueba al derrotar a Sammodra, lo que lo haría el Rey automático de Atlantis y por ende pasar la prueba.
La Competencia era una oportunidad de Oro y su única manera de pasar la prueba.
Pero Zeras tenía algunas dudas, ¿es tan poderoso este Sammodra? —se preguntaba— al desafiar a todos los mejores luchadores de toda Atlantis a una pelea y aún así pensaba que podría ganar.
¿Qué clase de pensamiento loco es ese?
Una cosa está segura acerca de Sammodra. O realmente está muy confiado en su poder o es solo arrogante.
Zeras deseaba que fuera lo segundo.
Al mirar debajo del póster:
#Puedes inscribirte a la competencia en el Coliseo.#
Una sonrisa apareció en el rostro de Zera al arrancar la parte de la inscripción y cuidadosamente ponerla en sus bolsillos.
Inmediatamente se dirigió hacia la dirección del Coliseo con la mayor velocidad que pudo reunir, pero podía ver incluso a los jóvenes Atlanteos adelantándose, mientras lo miraban con expresiones extrañas:
—¡Qué lento es!
El rostro de Zeras se contrajo un poco en descontento, tiene que aprender esta cosa de nadar o no hay manera de que viva mucho tiempo en este lugar con tal lentitud.
En el Palacio Atlante...
Un joven de unos 20 años estaba de pie en un espacio blanco vacío mientras cerraba los ojos con un tridente de color carmesí sostenido en su mano.
Su cabello dorado se agitaba detrás de él, su torso descubierto, mostrando sus músculos perfectamente construidos que podrían rivalizar con los de un dios griego.
Un increíble haz de luz destructiva emanó repentinamente de esta parte del lugar, atravesándolo con un poder ruinoso.
Los ojos del joven permanecieron cerrados, pero la mano que sostenía su tridente se levantaba lentamente mientras giraba el tridente en su mano con velocidad, causando olas circulares a su alrededor.
Horribles venas rojas aparecían en su brazo mientras se hinchaban locamente al doble de su tamaño normal. Abrió los ojos, un resplandor carmesí salía de ellos mientras miraba el haz destructivo que se dirigía hacia él.
—HYAAAAAAAAAH... —gritó al cielo.
Doblando repentinamente su espalda, golpeó el tridente contra el haz de luz causando una explosión apocalíptica que sacudió esta parte del espacio.
—¡BOOOOOOOM! —retumbó en todo el alrededor.
El agua a su alrededor fue expulsada por la explosión mientras los escombros llenaban el aire, causando que el polvo se levantara.
El polvo se asentó lentamente, revelando a un hombre que estaba allí con un tridente en su mano.
El cabello del joven ni siquiera estaba despeinado por ese intercambio, mientras que la gigantesca máquina que había expulsado ese rayo carmesí de luz había sido destrozada en pedazos.
No solo había chocado con el haz. Golpeó su tridente contra él con tanta fuerza que el haz fue repelido hacia la máquina y la destruyó.
Este era el poder de Sammodra Zean. El falso rey de Atlantis.
—Su majestad —una voz llamó detrás de él, ya que el hombre se giró para mirar al tritón detrás de él—. ¡Habla!
—Cuatro de los cinco evaluadores de la prueba que colocaste en las principales ciudades han sido derrotados. Un total de cinco guerreros se han reunido para desafiarte por el trono —el tritón dijo inclinando la cabeza respetuosamente.
—¿Qué ciudad es donde todavía está en pie el evaluador de la prueba? —preguntó el rey.
—Es la Ciudad de Ligeris, mi Señor —respondió el tritón.
—Envía una notificación, que la inscripción para la competencia se cerrará tres días a partir de ahora. En cuanto a la batalla por el trono... que comience la próxima semana —Sammodra dijo con una voz que llevaba tanta autoridad, que no se atrevían a desafiar.
—Sí, mi señor... —El tritón dijo mientras se giraba y se iba, pero se podían ver gotas de sudor rodando por su cara, con todo su cabello de punta por el miedo.
—Ellos quieren desafiarme por el trono —murmuró Sammodra, para sí mismo—. ¿Un desafío? Esto no es más que una fachada para que finalmente cumpla con los requisitos del tridente para ser el guerrero más fuerte. Finalmente podré obtener su poder completo y convertirme en el gobernante supremo de Atlantis. ¡Te guste o no Atlas!, tu Tridente Dorado pronto será mío —Sammodra dijo con una sonrisa siniestra adornando la esquina de sus labios.