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—Inútil... —al mismo tiempo que se golpeaba la puerta de su habitación de estudio. Sus ojos se movieron lánguidamente hacia la puerta y se iluminaron cuando sintió la presencia de su nieta al otro lado de la puerta de madera.
Orias abrió la puerta para la princesa mientras sus ojos rojos veían a Malphas con algo de contento, así como de odio. Malphas, que solía sonreír con frecuencia, tampoco tenía sonrisa en los labios. Elisa, que no dejó pasar esto por alto, pudo intuir su relación, pero luego, viendo lo contrastantes que eran las personalidades tanto de Malphas como de Orias, uno podía decir que no eran los mejores para estar juntos.
—Elisa —Satanás mostró una sonrisa radiante, pero sus ojos no se perdieron de observar a Malphas, a quien identificaba como el siervo más obediente de Lucifer—. ¿Qué ocurre?