Cuando Elisa vio a Leviatán por primera vez no conocía al hombre. Estaban en un momento tan caótico que no fue capaz de sentir alegría ni tener una emoción conmovedora al ver a su padre a quien no había visto durante años.
Pero una mirada en el rostro de Leviatán le decía a Elisa cuánto se preocupaba su padre por ella.
Ella no lo culpaba como Leviatán esperaba por su expresión vacilante. En cambio, ella preguntó:
—¿Fue la única opción?
Leviatán la miró y formó una pequeña sonrisa:
—Espero que no lo haya sido. Borré tus recuerdos cuando tu madre fue asesinada. Y la segunda vez
—¿Cuando mamá fue asesinada? —Elisa le preguntó a él ya que no recordaba nada sobre la muerte de su madre y siempre había sido la pregunta más curiosa que se hacía a sí misma—. ¿Y la segunda vez?