Mila era inesperadamente más fuerte que todos los demás hechiceros oscuros. Incluso más fuerte que Tomás, quien había sido tomado como el hombre de confianza del Señor Hechicero Oscuro. Ella no dejaba de seguir el ritmo de los ataques que Ian lanzaba, pero tampoco podía enfrentarse a él con suficiente rapidez.
—Eras humano antes. ¿Quién te enseñó a practicar magia tabú? —preguntó Ian mientras esquivaba rápidamente una corriente eléctrica que retumbaba a su lado. Luego miró el suelo que se había agrietado después de ser golpeado por el trueno.
—Alguien. Recé a Dios y él vino a salvarme —respondió Mila y aunque estaba frustrada por cómo su habilidad no podía golpear a Ian ni siquiera un poco mientras había sido lanzada a través del suelo por quinta vez, no se dejó superar.
Ella sabía que Ian era fuerte. Él era un alto demonio y ella había esperado todo esto. Fue por eso que se guardó su carta maestra para sí misma.
