Entre tanto en el Infierno, Lucifer caminaba por los corredores, avanzando como si fuera el dueño de esta casa cuando solo había venido como invitado al gran castillo del Rey en el Infierno. El mismo rey había regresado a su castillo en el Infierno. Su cuerpo era grande y erguido. A su lado estaban sus soldados cubiertos de armadura donde solo se podían ver sus ojos.
Lucifer entró y en ese instante todas las miradas se dirigieron hacia él. Lucifer había estado ausente de su posición durante cien años, pero cuando los demonios lo vieron, no olvidaron su respeto y se inclinaron hacia él.
—¿El problema? —preguntó Lucifer justo después de entrar. Prosiguió su camino al lado de Satanás sin miedo.
—Un ataque en nuestra frontera —respondió Satanás con cansancio. No estaba de humor para hablar con Lucifer ni discutir sobre él, y preferiría hablar sin rodeos.