Esther estaba de pie frente a la puerta, aparentando normalidad con la tenue sonrisa en sus labios que siempre parecía como si se estuviera riendo de la otra persona. Su voz similar al sonido de las olas golpeando la roca, un poco áspera pero agradable de escuchar. Elisa se tomó su tiempo observando a su tía.
—¿Estás bien? —le preguntó.
—¿Parezco que no? —respondió Esther—. Aquí no hay ladrón ni robo, vivo en el epítome de la tranquilidad. —Llevó ambas manos a su pecho y las separó para enfatizar su punto.
—Escuchamos que volviste a casa sola. ¿Dónde estaban los demás? ¿No vinieron contigo? —interrogó Ian.
—Bueno, hubo un accidente muy desafortunado. —Esther abrió la puerta lo suficiente para que pudieran entrar—. La señorita Harriet fue acosada sexualmente en el fondo de un callejón después de separarse de nosotros por menos de un minuto. —El señor Maroon y la señora Cynthia fueron a verificar al culpable. Pensé que ya habrían vuelto.