Al escuchar las palabras dichas por Harriet, Maroon levantó una ceja —¿Es porque son rojos? Tienes una historia bastante extraña en tu pueblo. Pero ya es hora de que me vaya.
—Veo que ustedes dos la están pasando muy bien juntos —Esther, quien había tomado su túnica para dormir para cubrirse del profundo de la noche, había dejado su habitación a tiempo cuando vio a las dos personas. Levantó las cejas, algo confundida y sorprendida al ver que el mayordomo, que parecía como si su alma se hubiera retirado de su cuerpo, podía hablar con la nueva invitada humana a quien había oído que había perdido a su familia.
—¿Hay algo en lo que pueda ayudar, señorita Esther? —Maroon preguntó. Era educado pero sin tono hasta el punto de que sonaba como si estuviera recitando las palabras.