—El subterráneo estaba húmedo y un olor fétido llenaba la habitación que venía de viejos cadáveres y moho que crecía con la falta de sol y calor —Esther había sido puesta en el subterráneo por Elisa, pero eso no era lo peor que podría haberle pasado, sino el hecho de que el Demonio de cabello rubio la estuviera mirando todo el tiempo.
—Mírame más y te sacaré los ojos en cuanto salga de esta celda —dijo Esther, tensando los dientes.