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Al escuchar la forma en que Mila la llamó, Elise sonrió hacia ella —Puedes llamarme por mi nombre, Mila. Nos conocemos desde mucho antes, llamarme Lady me hace sentir como si se hubiera creado una distancia entre nosotras.
Mila devolvió su sonrisa con otra cálida —Sería descortés de mi parte asumir que estoy en la misma posición que tú, Lady Elise, quien pronto se convertirá en la Lady de Mansión Blanca. Hay ciertos ritos que yo, como criada y sirvienta, debo seguir.
Desde joven, Elise había estado apegada a Mila. En algún lugar de su memoria incluso había pensado que ella era similar a su difunta madre antes de que esta enloqueciera. Mientras su joven yo buscaba una figura materna, Mila se había convertido en esa existencia —Pero me haría feliz que me llamaras como de costumbre —luego miró a su alrededor lo cual Mila captó antes de voltear a mirarla con una sonrisa—, ¿Qué tal si me llamas como siempre cuando no hay nadie? No me importan los ritos y las reglas.