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Elisa no se sentía cómoda en la iglesia después de que Ian tuviera que beber el potente agua bendita que podría haberle hecho daño, incluso si él no parecía molesto por ello. Se sentaron en el carruaje. Elisa e Ian se sentaron uno al lado del otro mientras Belcebú miraba por la ventana, sus ojos estaban en el cielo donde avistó a un cuervo partiendo de la iglesia.
—¿Crees que podría haber sabido sobre ti? —preguntó Elisa a Ian, quien había cruzado sus manos frente a su pecho.
—Sí —respondió él decididamente—. ¿Notaste cómo me trataba con hostilidad? —Y Elisa asintió con la cabeza en respuesta a lo que había notado varias veces—. Pude darme cuenta de que tampoco es humano. Ha ocultado bien su identidad, pero aún tiene fallas. ¿Qué crees que es?