Ella vio cómo sus ojos se deleitaban con su figura, y cómo su mirada la recorrió entera, sin perderse ni un solo detalle de su piel. Ian observó cómo sus piernas se apretaban juntas, su piel desnuda era suave y le tomó un momento advertirse a sí mismo que no debía morder sus piernas ni pasar sus dedos por toda su piel y su redondo trasero que apenas estaba cubierto por la camisa.
—Te dije que esperaras —susurró Elisa. Era demasiado tarde para que tomara algo con qué cubrir sus piernas, incluso si se pusiera las medias ahora solo sería otra vista para él. Su piel hormigueaba y una parte de su cuerpo se sentía como si se endureciera.
—Hablaste demasiado tarde —Ian estiró su mano para cerrar el separador entre ellos, y al entrar él en el separador les dio la extra exposición que Elisa necesitaba estando descalza y solo con sus bragas en su mitad inferior.