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Ian acercó su cuerpo para ver cómo sus labios dejaban un pequeño hueco por donde escapaba un suave ronquido. Al ver que Elisa estaba realmente dormida y que no había agotado sus poderes en el peor de los casos, exhala un ligero suspiro con labios que se curvan en una leve sonrisa —Me preocupas como nadie más podría hacerlo —susurró Ian antes de acomodarla para que durmiera sobre su hombro.
Miró hacia la ventana y al ver una sombra negra, la abrió para dejar entrar a su cuervo. El cuervo que entró se posó en el asiento opuesto y aleteó para sacudir la nieve que se había acumulado en su cuerpo.
Ian pensó en las palabras de Elisa y en el nombre 'Gabriel'. Observando cómo los hechiceros oscuros se habían fortalecido año tras año con los sacrificios de inocentes, podía prever que pronto la Iglesia no sería capaz de alzar un dedo contra ellos, lo que significaba que la masacre de la hechicera oscura en las cinco tierras podría suceder en cualquier momento.