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No fue solo sorpresa lo que sintió Elisa cuando Karen le hizo la pregunta. También había sospecha. Desde hace unos días, todo estaba tan caótico que apenas tenía tiempo para ordenar sus propios sentimientos. Había sido traicionada, y nuevos seres que nunca supo que existían aparecían ante ella. No había manera de saber si Karen, que parecía muy humana, podría convertirse en un ángel corrompido o una Reliquia, como lo hizo su tía.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Elisa, su tono defensivo evidente en su voz.
La anciana continuó mirándola con la barbilla ligeramente levantada, ya que era más baja que Elisa y su espalda estaba encorvada hacia adelante:
— Quiero decir, si mataste a alguien, si le quitaste la vida a otro.