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Elisa se levantó con cuidado de su lugar. No fue inmediatamente hacia su tía al notar la flecha que le había impactado en el cuello y en lugar de eso, se dirigió con precaución hacia Ian, quien se encontraba detrás de una pared. Cuando llegó, vio que su mano, la que anteriormente sostenía el cuello de Angélica, estaba herida.
Una mueca de preocupación apareció entre sus cejas al ver la herida—¿Estás bien? —la preocupación teñía la voz de Elisa al no saber qué podría causar la flecha, pero parecía ser una flecha normal ya que la herida no parecía tornarse de color púrpura como señal de veneno.
—Vivo y sano —Ian levantó su mano y Elisa vio cómo la herida se cerraba—. No te alejes demasiado, el arquero todavía está aquí.
—¿Por qué querrían matarla? —preguntó Elisa, estaba confundida acerca de lo que estaba pasando—. ¿Está muerta?