Estos son dos capítulos en uno, así que podría ser largo~
Angélica llevó su mano al regazo. Su mirada se desplazó cuidadosamente hacia la ventana que estaba justo a su lado izquierdo, la cual había dejado abierta para poder escapar o gritar pidiendo ayuda. Aunque los aldeanos no podían ayudar mucho, servirían bien para perseguir tanto al vampiro como a Elisa.
—Es porque soy un Demonio —respondió Ian, pero Angélica en cambio se rió de sus palabras.
—Me pregunto si un Demonio hablaría como tú, confirmando que lo son sin ningún miedo.
—Hablas como si conocieras a los Demonios —dijo Ian, cuando los labios de Angélica se torcieron aún más—. No creo que sea extraño que los Demonios anuncien con valentía lo que son cuando no tienen a nadie a quien temer.
—¿No es eso todo lo que tenías que decir? —Angélica se levantó bruscamente de la silla—. Si no tienes nada que ver conmigo, te exijo que abandones mi casa o te arrepentirás.