Elisa entró cuando Ian cerró la puerta tras de él. Ambos caminaron hacia la habitación y mientras Ian tomaba una silla, tiró de la mano de Elisa para que se sentara. —Dile que se muestre.
Ella asintió y cuando estaba a punto de decirle a Sullivan, el fantasma resopló:
—No es cuestión de si puedo mostrarme o no. Estoy atrapado, esto no es mi alma lo que están viendo, lo que significa que no soy un fantasma.
Elisa no podía entender —¿No eres un fantasma?— pero era transparente aunque la diferencia era que Ian, que podía ver fantasmas ya que era un demonio, no podía ver a Sullivan aquí.
—Soy lo que podrías decir como la memoria de esta casa. Una vez que esta casa desaparezca, yo también desapareceré. Como una sombra —respondió Sullivan y en alguna parte Elisa se sintió triste por la persona ya que sonaba solitario.
—Así que él es solo una memoria de esta casa —Ian conjeturó—. Lo cual era correcto una vez más y Elisa respondió con un asentimiento.