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Ian rodó los ojos hacia un lado, observando desde la esquina de sus ojos en silencio. —Si tus palabras son verdaderas, cosa que aún no sabemos, ¿cuál es la base de tus afirmaciones?
—La base es —Belcebú se movió hacia adelante, desenlazando sus piernas para inclinarse—, un día tan pronto como los rumores sobre la Esposa del Demonio surgieron en el Infierno, al día siguiente ya no se escuchaba ni un susurro sobre las novias nunca más. Como si alguien hubiera puesto fin a estos rumores.
—¿Por miedo a que otros Demonios entraran en pánico al saber que había humanos que podían matarlos? —Las palabras de Ian eran menos una pregunta y más una confirmación.
—Yep —Belcebú confirmó.