Al oír las palabras de Edward, las mejillas de la Señora Daphne se tiñeron de rojo por el rubor —¿Un escándalo? Eso es algo que tampoco me gusta o quiero imponerte —luego susurró con voz más baja—. Pero no me importaría compartir uno contigo —la dama sonrió de una manera que era tímida y adorable, pero su encanto no alteró a Edward mientras la observaba sin emoción.
Edward avanzó, su rostro estaba cerca de provocar que el rostro de Daphne se enrojeciera aún más —Sin embargo no quiero tener uno. Contigo —hizo llegar su punto bruscamente y Daphne se sobresaltó por sus palabras.
La Señora Daphne parecía dolorida por el rechazo directo, pero aún intentaba mostrar una sonrisa —Vengo aquí por mi padre, no me importa si me echas, pero como tu futura prometida te animaría a pasar diez minutos conmigo.
Esto hizo que Edward rodara los ojos y suspirara —El compromiso fue forzado por mi padre. Sé que también entiendes lo mucho que no estoy de acuerdo con este compromiso, ¿verdad?