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El aire estaba oscuro y sombrío, se sentía como si encima de la cabeza de Elisa, en la habitación de Ian, hubiera unas nubes cenicientas y sombrías cuando el cielo solo podía verse desde la ventana hasta el balcón afuera de su habitación.
Frente a la pregunta de Ian, Elisa se preguntó a sí misma por qué sentía como si el Señor Ian la estuviera alejando. Esto lo encontraba a menudo. En un momento él estaría cerca, lo suficientemente cerca para que su respiración se agitara para tomar pero luego había veces en que él mostraba su crueldad como para preguntarle si todavía lo aceptaría tal y como era.
Elisa no era tonta. Era considerablemente inteligente con solo su punto más débil siendo ajena a las emociones de Ian, ya que el hombre tenía una expresión ilegible con la sonrisa que siempre jugaba en sus labios, pero ella podía descifrar algunas de sus intenciones que lo llevaban a actuar.