—Cariño, por favor hazme el honor... Quítame la ropa ahora. —Al oír esas palabras de su travieso esposo, Zhen-Zhen solo pudo sonreír mientras negaba con la cabeza, indefensa. Se acercó a él para cumplir con su petición.
Zhen-Zhen levantó las manos, quitándole primero la corbata. Tristán tenía una sonrisa juguetona. Sus ojos nunca dejaron el rostro de Zhen-Zhen. Ella lo miraba a los ojos mientras lo desnudaba lentamente a Tristán.
—De ahora en adelante, podemos cambiarnos de ropa juntos, cariño. Yo te ayudaré a ponerte la ropa y tú me ayudarás a mí. —Una sonrisa lobuna apareció en su atractivo rostro. Zhen-Zhen solo asintió con una sonrisa.
El corazón de Tristán palpitaba en este momento. No podía explicar por qué, pero la intensa mirada de Zhen-Zhen lo excitaba más. Intentaba quedarse quieto, aunque estaba ansioso por tocarla de nuevo.