Zhen-Zhen retiró el sello de su poder para construir la barrera. Lo hizo para asegurarse de que nadie los escuchara dentro de esa bodega.
Tristán continuó provocándola. Su boca y manos estimulaban cada parte sensible de ella. El cuerpo de Zhen-Zhen se sentía como si estuviera en llamas.
Por alguna razón, hacer esto en tal lugar y con el peligro de ser descubiertos por otras personas era un gran afrodisíaco para ambos.
El corazón de Zhen-Zhen latía rápidamente debido a la emoción y el nerviosismo. El esposo y la esposa se estaban volviendo más audaces y agresivos en esto.
Mientras hacían esto, ella recordaba su sesión de besos en el auto de Tristán y las provocaciones que él le había hecho en el escenario hace un rato.
Aquellos recuerdos la estaban excitando y calentando más. Tristán podía despertar fácilmente su deseo sexual.
Solo Tristán podía hacerle esto. Tenía que admitir que estaba disfrutando toda la atención que Tristán le brindaba.