Zhen-Zhen y Tristán estaban recuperando el aliento cuando él retiró su cabeza y ella lo miró hacia arriba. No hablaron entre ellos, solo se miraron la cara el uno al otro durante varios segundos.
El amor y el anhelo mutuo se reflejaban en sus ojos. Sus dos corazones latían en movimiento sincronizado a medida que el pulso de Tristán coincidía con el ritmo del de Zhen-Zhen.
Tristán tenía que admitir que la presencia de Zhen-Zhen trajo calidez a su vida, reconfortando y sanando su corazón roto. ¿Quién hubiera pensado que alguien podría volver a unir las piezas rotas a su forma original, haciendo que su corazón volviera a estar completo?
En ese preciso momento, Tristán sabía que ya se había enamorado profundamente de ella. No podía deshacer su pasado pero quería un nuevo comienzo con ella. Esta vez, quería reordenar las cosas a sus lugares correspondientes.