—¿Qué voy a hacer contigo, Zhen-Zhen? —Tristán murmuró sintiéndose impotente.
—¿Por qué me seduce tu manera inocente? Ahora me pregunto cómo mi hermano Andrés pudo resistir tu encanto. Tal vez... su amor por Hannah era así de fuerte.
—Zhen-Zhen, no intentes seducir a ningún hombre. Nunca más, Zhen. ¿Está claro?
—Porque si haces eso con otros hombres, entonces estoy seguro de que no dejarán pasar la oportunidad de oro de tenerte —Tristán apretó los dientes al pensarlo.
Zhen-Zhen abrió los ojos en el momento en que oyó a Tristán. —Sí, no lo haré. Seducir a la prometida de alguien más está mal.
Tristán entrecerró los ojos hacia ella —No solo hablo de chicos que tienen prometida, esposa o novia. Hablo de hombres en general, excepto yo.
Zhen-Zhen levantó la vista para encontrarse con la mirada de Tristán. Se detuvo un momento, pensando en algo.
—¿Me está diciendo que puedo seducirlo a él en lugar de a otros? —Zhen-Zhen se maravilló con ese pensamiento.
