Entonces, en el momento en que Tristán desvió su mirada hacia la puerta principal, la vio... era Zhen-Zhen, mirándolo con sus ardientes ojos rojos. Sí, eran rojos... no azules.
—Zhen... —Tristán tartamudeó. Realmente tenía miedo hasta la muerte en este instante.
—¡Santo cielo! ¿Qué hace ella aquí? ¿Cómo supo que estoy aquí?...y sus ojos... ¿qué les pasó a sus ojos azules?
Tristán se quedó paralizado en su lugar. No sabía qué hacer. Zhen-Zhen lo había atrapado. ¡Estaba condenado! Sentía como si la muerte estuviera llamando a su puerta justo ahora. Su cuerpo comenzó a sudar profusamente... ¡sudores fríos!
—¿Quién eres tú? —preguntó Flora a Zhen-Zhen después de verla.
Al ver su rostro, Flora jadeó sorprendida mientras se cubría la boca con las manos. —¡Oh Dios mío! ¿Por qué se ve así?! Sus ojos...son tan espeluznantes.
—¡Demonios! ¡Rompió mi puerta! —exclamó Flora.