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Mheera podía sentir que el corazón de Hannah estaba lleno de odio. La última vez que hablaron, Hannah todavía dudaba en hacerle daño a Zhen-Zhen y a su bebé. No deseaba la muerte de nadie.
Pero ahora, todo ha cambiado. Hannah le estaba pidiendo que matara a Zhen-Zhen. Mheera no tenía motivo para matarla a menos que fuera la otra persona que estaba buscando.
—No, no puedo hacer eso —Mheera rechazó a Hannah de inmediato.
—¿Pero por qué? Ya me diste una poción que mató a su bebé. Entonces, ¿por qué no puedes matarla ahora? ¿Hay alguna diferencia? —Hannah le preguntó exasperada.
—Hannah... ¿Qué te pasó? No pareces la Hannah que conocía.
—Yo... los odiaba. Me arruinaron. Perdí todo por su culpa. Tengo... tengo que hacerlo —Hannah comenzó a sollozar.
Mheera solo pudo suspirar impotente.
—Hannah, ¿dónde estás? ¡Voy a ti!
—Estoy en mi lugar...
—De acuerdo. Cálmate primero. Espérame. Iré allá.