—Ejem… cariño… ¿puedo pedirte algo? ¿Cualquier cosa que quiera? —Por la curva de sus labios y el brillo de sus ojos, Zhen-Zhen podía decir que su descarado esposo tramaba algo travieso.
Esa clase de sonrisa le era muy familiar. La veía a menudo cada vez que Tristán se comportaba traviesamente hacia ella.
Pensándolo bien, Tristán siempre tenía hambre cuando se trataba de su intimidad sexual. Cada noche antes de dormir, Tristán hacía el amor con ella. Lo hacía como una rutina.
Todavía no habían hecho la ceremonia de boda, pero ya estaban en su etapa de luna de miel todas las noches. Sin embargo, Zhen-Zhen tenía que admitir que le gustaba compartir esos momentos apasionados con él.
Echaba de menos el lado travieso de su esposo... cada roce suyo y cada uno de sus besos. Así que, sin dudarlo en sus ojos, Zhen-Zhen estuvo de acuerdo con él y le preguntó qué quería.