Tristán despertó con una brillante sonrisa en su rostro. Bajó la mirada solo para ver a Zhen-Zhen profundamente dormida en sus brazos. Estaban abrazados uno al otro, acurrucándose mutuamente.
No pudo evitar sonreír al recordar el incidente de anoche. Zhen-Zhen le ayudó a liberarse de la tortuosa sensación de no poder dormir con su propia esposa.
Su autocontrol fue verdaderamente puesto a prueba. Pensó que podría soportarlo pero al final, su yo travieso ya no pudo luchar contra la tentación de pedirle a su inocente esposa que le hiciera una paja.
Tenía que admitir que todavía se sentía culpable de ese crimen, aprovechándose de su inocencia. Ella no tenía idea de lo que estaban haciendo anoche. Pero por el bien de hacerlo sentir mejor, Zhen-Zhen cedió a su solicitud y siguió su guía.