Ella colocó su mano sobre la de él otra vez y la apretó.—Lamento mucho tu situación y espero que se resuelva pronto.
—¡Mírate! —una voz desde la entrada hizo que giraran rápidamente hacia la fuente.
Vistiendo pantalones grisáceos con suéter negro y botas negras, Darla se veía descansada. Había recogido su cabello en un moño prolijo en la cima de su cabeza. Se acercó a su mesa y se paró allí con una mano en la cintura y la otra sosteniendo una carta. Mirando dónde Anastasia sostenía la mano de Aidan, lanzó—¿No era suficiente con Íleo que ahora vas tras Aidan?
Anastasia gruñó.—¿Estás loca? —dijo, retirando su mano de la de Aidan.
—¡Darla! —Aidan la regañó.
Pero Darla lo ignoró.—Te dije durante el viaje que debías mantenerte alejada de Íleo, pero no me hiciste caso. ¿Crees que lo conseguirás? Tu situación es tan diferente que solo deberías soñar con él. Ese hombre está fuera de tu alcance.
—¡Basta, Darla! —frunció el ceño Aidan.