—El comedor está a la izquierda de la esquina —el rostro de Robert reflejaba amabilidad cuando dijo eso.
—Gracias —dijo ella educadamente y se levantó de su silla. Lo último que vio al salir del salón fue la cabeza de Robert inclinada hacia abajo. Estaba mirando su regazo con los hombros encogidos y tristeza en su rostro. Con el corazón pesado, salió de allí y se dirigió al restaurante. Una sonrisa persistía en sus labios al saber que al menos tenía una familia y alguien a quien siempre volver. Volvería a ellos una vez que su tarea estuviera terminada. Volvería…