—Debes ser Olivia —una voz alegre dijo por detrás y ella volvió bruscamente la cabeza.
—¡Alfa Murtagh! —dijo e hizo una reverencia ante él. Frente a ella había un hombre alto, musculoso, con hombros anchos y cabello negro de cuervo que le llegaba hasta los hombros. Tenía finas líneas alrededor de los ojos que hablaban de experiencia. Se estaba secando la mano en un paño y llevaba un delantal de cocina sobre su túnica y pantalones.
La presencia del alfa emanaba autoridad y Olivia sintió que debería someterse a él. Pero afortunadamente su lazo con Kaizan había debilitado el lazo con Murtagh y si el alfa estaba usando su fuerza para que se sometiera, ella no lo sentía tanto.
—Estaba preparando algo para ambos. ¿Te gustan los pasteles de fresa? —Murtagh le dio una sonrisa y le hizo señas al sofá para que se sentara.