—Rolfe vertió agua sobre su esposa. Tomó una esponja suave, la enjabonó con jabón y comenzó a aplicarlo en su espalda. Una vez que lo hizo, la empujó levemente y dijo: «Cierra los ojos y recuéstate, cariño».
—Iona le obedeció, disfrutando del aroma a bosque y pino y la sensación de sus manos cálidas sobre su piel. Enjabonó más jabón en sus manos y se lo llevó a sus hombros. «Esto es tan bueno», susurró Iona y sus labios se elevaron en una ligera sonrisa. «Me estás malcriando, amor».
—Rolfe miró a los sirvientes y luego les hizo señas para que se marcharan. Tan pronto como se fueron y él oyó el suave clic de la puerta, se quitó la ropa y entró en la tina. Iona abrió los ojos mientras el agua salpicaba a su alrededor. «¿Qué estás haciendo?» dijo mientras se reía y notaba que su esposo había venido a sentarse justo detrás de ella.