La impotencia de Haldir se reflejaba en su rostro. Asintió con un suspiro exasperado. —No quiero que se sienta terrible en este momento. Cada día la veo pasar tiempo con Ruvyn y cada día mi instinto se tensa. Sé que Theodir es un rey despiadado y sé que no tendrá misericordia con Inyanga. Para él, el reino es lo primero —Haldir caminó hasta la ventana del estudio. La helada se había asentado sobre el entramado enrejado.